El envejecimiento es una parte natural de la historia humana y es parte del ciclo de la vida de todos los seres vivos. Cómo envejecer bien es, naturalmente, una pregunta que nos hacemos todos, pero la respuesta no es sencilla y atraviesa diversas áreas de conocimiento y profesionales.

La pregunta fundamental que tenemos que hacer es: “¿Por qué envejecemos?”

El proceso del envejecimiento es bastante complejo. Relacionamos con él varios factores, como los radicales libres, la hiperglucemia, la esperanza de vida de nuestras células, entre otros. Sin embargo, una de las hipótesis que más atención recibe es sobre la influencia de los telómeros y su acortamiento durante la vida.

Pero ¿qué son los telómeros?

Los telómeros son secuencias repetitivas del ADN que no tienen función codificadora, o sea, no producen proteínas. Ellos se ubican en los extremos de los cromosomas -como la punta de plástico de un cordón de zapato- y su principal objetivo es proteger el ADN de la degradación cada vez que él se replica. Son esenciales para mantener intacta la parte codificante, que producirá las proteínas necesarias para nuestro metabolismo.

Cada vez que la célula se divide, las proteínas que tienen que ver con la duplicación del material genético se unen en la punta de las moléculas de ADN y “copian” la secuencia que están allí. El problema es que siempre que las proteínas se unen, un pedacito de la punta del ADN es ignorado y, así, no pasa a la próxima generación de células.

Al cumplir su función protectora, el telómero acaba sufriendo, también, un acortamiento.

Las personas que tienen telómeros más largos tienen más “pedacitos de ADN” para proteger la parte codificante, mientras que las personas que tienen telómeros más cortos no tienen esta ventaja. La longitud de esos pedazos de ADN está directamente relacionada con la velocidad a la que envejecemos y con la etapa de la vida en la que estamos. Todo esto influye en nuestros hábitos y estilo de vida.

¿Qué pasa cuando los telómeros de una célula se vuelven demasiado cortos?

Cuando esto sucede, la célula se vuelve inactiva (o, como la llamamos, senescente) y comienza a acumular daños en su ADN o se muere. Esa célula tiene más probabilidad de presentar mutaciones, que la llevan a un crecimiento descontrolado. Si los mecanismos de reparación del ADN no son activados, la mutación puede convertirse en un cáncer.

Además, hay estudios que relacionan el acortamiento de los telómeros con una mayor incidencia de enfermedad coronaria, a mayores riesgos de mortalidad en individuos con hipertensión o enfermedades infecciosas, entre otras.

Puede que tengas, en este momento, un sentimiento de vulnerabilidad e impotencia y que estés pensando: “¿No puedo controlar mi cuerpo? ¿Solo puedo esperar que mis telómeros se acorten?”. Ten calma. Esto no es completamente verdad. Nuestro estilo de vida puede impactar -y mucho- en la velocidad de acortamiento de nuestros telómeros.

El tabaquismo, el sedentarismo, la obesidad, el estrés y una alimentación desequilibrada son factores que aceleran el acortamiento de nuestros telómeros. Por otro lado, hábitos como comer menos, practicar actividad física, evitar el estrés y una alimentación balanceada -con fibras, soja y lípidos saludables (como el aguacate, las nueces y el pescado) y alimentos antioxidantes- se han demostrado efectivos en retrasar el acortamiento de los telómeros y en reducir la incidencia de cáncer.

Si quieres saber más detalles sobre cómo están tus telómeros y cómo tu estilo de vida influye sobre ellos, Genera Aging puede ayudarte a planificar una vida más larga y de calidad, y a entender mejor el tema del envejecimiento, que sigue siendo un tabú para muchas personas.

Referencias

https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3370421/

https://www.bbc.com/portuguese/geral-43601735

https://www.mechanobio.info/genome-regulation/what-are-telomeres/

https://www.science.org.au/curious/people-medicine/what-are-telomeres

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https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/18467646/

http://www.jornal3idade.com.br/?p=27535